"Mi Pequeño Taller" nació en 2003, con la intención de estudiar e investigar en grupo las distintas técnicas del encaje de bolillos. Poco después, el taller inicial (compuesto por varias encajeras de Guadalajara) se convirtió en un taller "virtual", que incluía a encajeras de todo el mundo.

Con la creación de este blog, quiero hacer partícipe a toda/o encajera/o interesada/o de mis experiencias e investigaciones sobre el encaje.

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domingo, 18 de septiembre de 2011

Preparar un encuentro es algo más que reunir a mucha gente

Como ya he comentado en otro artículo, no suelo asistir a muchos encuentros. Cada vez se celebran más y más, y hay que elegir los que más nos interesen. Pero de un tiempo a esta parte, he tenido que asistir a unos cuantos para dar a conocer en directo mi producto. Es decir, ya no voy como encajera, sino como vendedora. Y eso cambia mucho la percepción de las cosas. El trato que nos dan no me parece de recibo.

Antes de nada, me pregunto: ¿por qué asiste una encajera a un Encuentro? 1. Porque quiere salir de casa y pasar un día diferente en compañía de amigas. 2. Porque quiere ver labores de encaje de bolillos para aprender lo que hacen otras encajeras. 3. Porque quiere demostrar cómo se hace encaje, para que otras personas se animen a hacerlo también. Pero, además, 4. porque quiere ver tiendas y comprar material que no encuentra en la mercería de su barrio.

Es decir, un Encuentro sin vendedores, no sería un Encuentro.

Por lo tanto, me parece que las organizadoras de un encuentro deberían prestarles un mínimo de atención a los vendedores que van a trabajar ofreciendo sus productos, mientras el resto va de ocio. Esa atención debería incluir, por lo menos, un saludo de recibimiento (el de despedida ya no lo pido, aunque me parece también un mínimo de educación), un interés por el producto que se vende y un interés por el bienestar de los vendedores (normalmente los encuentros se celebran a pleno sol, y no nos ofrecen ni una gota de agua siquiera. En un sitio que prefiero ni mencionar, nos negaron incluso una botella cuando se la pedimos).

Debo añadir que, aunque a menudo no nos cobran por montar un puesto, sí tenemos que llevar nuestras mesas, sillas y sombrillas y, además, darles algo de lo que vendemos para que lo rifen entre las participantes. Es decir, pagamos, y a veces bastante.

Afortunadamente, no se puede generalizar del todo. Y desde aquí quiero agradecer a la Asociación de Encajeras El Milano, de Ávila, el estupendo trato que nos brindaron. A lo largo del encuentro, varias colaboradoras de la asociación no dejaron de pasar a vernos y preguntarnos si necesitábamos algo y ofrecernos agua y sus deliciosas pastas caseras.

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